Dos
voces de fuego se cruzan
violentas
los
días de tormenta
y
cuando sale el sol
todo
es quietud,
apaciguamiento,
calma.
Sinfonía
de cristales,
campanitas
y encierros,
lentamente
ralea el sótano y la sonata,
tan
específica, tan descalificada.
No el
viento es
su
devenir sonoro.
La
magia de nombrar inventa su propio universo,
lo
hace posible.
Sólo
los hombres pelean por inventar,
en
fin, son capaces de cualquier cosa.
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