jueves, 22 de abril de 2010

X

El cuerpo desmembrado del alumno
se construye con otras palabras.
La máscara de hacer decir:
¡Quiero esto!

Se corta la lengua
y se la estira con ayuda de una morsa.
Ahora se habla en/con otra lengua,
la de la madre descuartizada.

Al pie del aula hay manchas,
máculas de sangre y carne.
Uno intenta desobedecer,
otro le incrusta una lapicera en el ojo.

Expuestos no se caracterizaban.
El fuego consumía los leños,
la máscara del perro rabioso
salió al trote entre la enramada.

El perriequino:

-A ver, sacá la lengua como un perro,
vomitá la mancha para que salga todo,
por último, tocale una teta a Pamela...

¿Qué digo cuando digo?
Esto es de extraterrestres,
hay como un aura marciana,
un choque de platos voladores.

Todo se repite,
es siempre lo mismo.
Leo cosas, cosas, cosas, etc.
¿Por qué insistir con cortar lenguas?

-¡Dejalos ser, loco!

¿Los libros dan felicidad?
No se expongan así,
Tienen que pensar.
Que no lo hagan.

Se teme al silencio.
Hoy no quiero hablar,
hay un vacío aquí,
algo que no se dice:

(no soy tan genial)
(no son tan geniales).

lunes, 5 de abril de 2010

IX

De ese hombre me siguen hablando

¿No hay
acaso
otros fantasmas?


¿Dónde quedó la tierra vacía, el dolor del exilio, la clave del éxito?

Seguramente en el llanto, en el llano, en la manipulación de un negativo, en la gran extensión de cielo que atraviesa el firmamento…

Tal vez,
todos necesitamos dejar ir a nuestros muertos
(los de muerte natural, claro),
superarlos

¿Una forma es dejar de actuarlos,
dejar de poner la mesa para dos?

Sí,
y comer con la mano si es necesario…