jueves, 26 de julio de 2012

IV


No hubo sentencias
nadie sentenció nada
ni siquiera
con un gesto 
con un escalofrío en la piel
una deformidad obscena
ajena a todo lo demás

No existía ninguna coartada
nadie podía decir:
                             “¡Yo lo vi!”

El pliegue no retumbó en los abrazos
en las sonrisas que se lanzaban unos a otros
y la célula seguía su recorrido de germen
de pequeño crimen o de gran...
                                                 ¡mentira!

No existía ninguna coartada
nadie podía decir:
                             “¡Yo lo vi!”

Lo cierto ya no era tan seguro
la inocencia que reclama el acto
del encuentro ingenuo con la cosa
había perdido la intención que surge con la sorpresa

Ahora pululaba una pregunta
en el aire enrarecido
la incógnita a resolver
 
 Pero... no existía ninguna coartada
nadie podía decir:
                             “¡Yo lo vi!”

viernes, 13 de julio de 2012

III


Los ojos “maduros”
que caían de las frondosas ramas repletas
extorsionaban a los objetos
con la idea fija
de dejar de mirarlos

Ella se comía a su esposo
o a una interpretación de éste
porque era la única forma de incorporarlo
ya que él
           era etéreo

Una porción de suelo acariciaba la saturación del silencio
y el instante se materializaba cuasi-reflejo
en la pasividad
                          que
              como almejas en una pesadilla
brotaba de las profundidades de la nada

Tengo un profundo respeto por el caos
pero no a todos los desvela

Es una cuestión innecesaria
como las gaviotas cuando mueren en pleno vuelo
y caen
  rotundas
en el agua