martes, 26 de junio de 2012

II


Se marcharon a sus guaridas
y quedó el muñeco
                     como de trapo
tendido en el suelo frío

Lo trágico parecía no ser una anécdota
tenía la fuerza
            precisa
que solo imponen las manos de los dioses
para manipular el destino:

¡Dioses omnipotentes, que nuestro llanto temple vuestra ira!1



1. Palabras de Enone en Fedra de Jean Racine, acto primero escena III v. 158. 

2 comentarios:

ariel tenorio dijo...

Los Dioses mueven sus piolines,
Los dieses, cual barriletes cósmicos,
Nos regalan magia y un valsecito bailador,
Algunos piden pan, no le dan…
Mientras otros mueren en guerras santas.

Hernán Tenorio dijo...

Gracias, Ari. Bian ahí, citando a Victor Hugo, jajaja!!!!