lunes, 4 de abril de 2016

Introducción

     En el año 1996 el presidente argentino enunció un discurso inusitado ante un grupo de alumnos de una escuela salteña. Dicho discurso reabrió un antiguo anhelo nacional por la conquista del espacio exterior. Un deseo que había comenzado entre marzo de 1947 y enero de 1948, cuando técnicos del Instituto de Investigaciones Científicas de la Fuerza Aérea Argentina, encabezados por el ingeniero Ricardo Dyrgalla, desarrollaron un motor cohete (conocido como AN-1) de combustible líquido, destinado a impulsar proyectiles científicos y militares.
     En aquella oportunidad el presidente dijo: “Pronto habrá vuelos espaciales en el país…esas naves espaciales van a salir de la atmósfera, van a remontar a la estratósfera y, desde ahí…”.
     Unos años más tarde, el 1 de abril de 2011, se puso en órbita un nuevo satélite de observación de la Tierra SAC-D Aquarius, desarrollado casi íntegramente por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), en cooperación con la Agencia Espacial Norteamericana (NASA). La puesta en órbita de este satélite posibilitó un avance increíble en la carrera espacial de la Argentina, ya que facilitó, treinta años más tarde, el lanzamiento de la primera nave espacial argentina con tripulación humana: La Sojisticus AR-1.
     La tripulación de la Sojisticus estaba conformada por tres astronautas que fueron entrenados por un equipo de especialistas civiles y militares: el Teniente Feliciano Correa, el Coronel / Dr. Carlos Gastaldi y el Brigadier Álvaro Gómez Herrera. El trasbordador debería salir de la atmosfera terrestre para hacer contacto con la Estación Espacial norteamericana Taurus-Marte 1, pero en un determinado momento… los aparatos de comunicación comenzaron, extrañamente, a fallar. La base terrestre perdió contacto con la Sojisticus AR-1; la situación se tornó irreversible, nunca llegaron a Taurus-Marte 1. Durante seis meses se intentó reanudar la comunicación, pero fue en vano.
     Dos años más tarde la Sojisticus AR-1 cayó en el río Paraná, cerca de una de sus islas. Dos de sus tres tripulantes estaban, increíblemente, con vida.
     Después de los estudios médicos y la recuperación física y emocional de los astronautas, el Brigadier Álvaro Gómez Herrera (principal responsable de la misión) y el Teniente Feliciano Correa fueron interrogados por un Comité cívico-militar que intentaría echar luz sobre los acontecimientos. El Comité pidió explicaciones precisas a los sobrevivientes que habían echado a perder la misión, poniendo en juego la integridad diplomática del país, además de haber tirado por la borda miles de millones de dólares del presupuesto destinado a la misión; también estaban sospechados por la desaparición física del Dr. Carlos Gastaldi. El juicio fue público y se transmitió por Internet y por Cadena Nacional.               

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