domingo, 10 de junio de 2018

Ágrafo terreno


Sí ─como el argentino afirma en El Golem─,
somos prisioneros en una red de sonidos:
esta casa que me habita es mi lengua
y está okupada.

Los otros inquilinos no saben lo que cuesta
ser parte de lo íntimo, del soma/espíritu
o muñeco articulado.

Quiero morderme la casa
y que sangre amorfa la foca,
la boca donde duermo,
donde me tragan.

Sangre y lengua se confunden
y ensucian
el ágrafo terreno.

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